Juan
Pablo Duarte
Juan
Pablo Duarte y Diez nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813,
durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres
fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia
española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez
de padre español y madre dominicana.
Luego
de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801,
tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia
Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo
primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia
de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la
Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.
Su
padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y
ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen
occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En
esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a
mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca,
Sandalia y Manuel.
El
padre de Duarte murió en la ciudad de Santo Domingo el 25 de Noviembre del
1843, estando Duarte ausente del país y su madre en Caracas en el 1858, durante
el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.
Juan
Pablo fue bautizado en la iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus
primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña
escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí
pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras
de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel
Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y
aritmética elemental.
Siendo
casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya
adolescente, bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más
sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano,
mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.
En
1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo
Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y
Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco
se conoce de Duarte durante su permanencia en España.
Para
1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su
padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la
pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste
a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le
permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia
de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político
organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico
que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más
decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de
Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una
dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su
territorio original.
Apegado
a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así
como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta
labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria".
para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad,
que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y
Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro
Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María
Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante
surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante
labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.
Duarte
tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y
de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la
bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio
a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano,
anticolonialista, liberal y progresista.
Cuando
se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental
de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo
Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos
que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde,
junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio
nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías
Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron
el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los
principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y
ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un
Estado soberano.
Después
del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central
Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la
viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó
con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado
dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno
oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones
usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre
la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.
La Primera República
Pese a ello, las ideas independentistas
de Duarte habían calado y siguieron ganando adeptos, y el 27 de febrero de 1844
sus seguidores declararon la independencia del país. Bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, y tras capitular las
guarniciones haitianas en la capital y otras ciudades, la causa independentista
triunfó; los haitianos fueron expulsados a la antigua parte francesa de la isla
y se configuraron las fronteras actuales entre Haití y la República Dominicana.
El 14 de marzo de 1844, Juan Pablo
Duarte fue recibido por el nuevo gobierno provisional (la Junta Central
Gubernativa) como un héroe nacional y nombrado general del ejército. El triunfo
del movimiento independentista impulsó al nuevo presidente haitiano Charles
Hérard (1843-1844) a invadir la recién creada República Dominicana con un
ejército dividido en dos cuerpos, de los cuales uno penetró por el norte y otro
por el sur. Correspondió a Pedro Santana enfrentarse
a este último y lograr una resonante victoria en Azua, el 19 de marzo.
Así las cosas, la Junta Central Gubernativa ordenó a Duarte que
se dirigiera a Baní, con una fuerza militar organizada por Pedro Alejandrino
Pina, a fin de llegar a un acuerdo con Pedro Santana sobre la estrategia a
seguir contra Haití. Al no ser posible este acuerdo, Duarte requirió de la
Junta la necesaria autoridad para actuar por su cuenta. Pero la Junta estaba
dominada por Tomás Bobadilla, representante junto con Santana del sector
denominado colonialista, que consideraba inviable una república independiente y
era partidario de someterse a una metrópoli europea.
La Junta respondió ordenando a Juan
Pablo Duarte que regresara con sus tropas a la capital: el desacuerdo entre el
sector colonialista conservador y el duartismo liberal e independentista se
hizo evidente, y acabó con el triunfo del primero. Pedro Santana fue nombrado
primer presidente de la República Dominicana (1844-1848) y eliminó la facción
rival declarando traidores y enviando al destierro a Juan Pablo Duarte y a sus
más significados seguidores, entre ellos Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Mella.
Tras un primer exilio en Hamburgo, Juan
Pablo Duarte partió a la isla caribeña de Saint Thomas; luego siguió rumbo a
Venezuela, país en el que estuvo doce años. Poco se sabe de la vida de Juan
Pablo Duarte durante este período. Es muy probable que no tuviera noticias del
decreto de amnistía que, en favor de él y de sus compañeros, había promulgado a
principios de septiembre de 1848 el gobierno deManuel Jimenes (1848-1849),
sucesor de Santana.
Durante la Primera República, los
haitianos intentaron en numerosas ocasiones recuperar el control sobre la parte
dominicana de la isla, pero fueron derrotados una y otra vez. El poder político
pasó al grupo conservador de hateros y ex funcionarios boyeristas afrancesados,
gracias al control de la presidencia de la Junta Central Gubernativa por Tomás
Bobadilla y del Ejército Libertador por el general Pedro Santana, quien gobernó
dictatorialmente en varios períodos. La alternancia en el poder de Pedro
Santana y Buenaventura Báez, hatero y cortador de madera del
suroeste del país, más astuto y no menos anexionista que el primero,
caracterizó esta etapa.
Pedro Santana ejerció otras dos veces la presidencia: entre 1853 y 1856 y entre
1858 y 1861. Al final de este último mandato, el presidente Santana decidió
anexionar el país a España, poniendo fin a la Primera República Dominicana.
Pretendía con ello acabar con la amenaza haitiana y perpetuase en el poder,
pues aceptó a cambio el cargo de primer gobernador de la Provincia española de
Santo Domingo.
Estalló entonces la llamada Guerra de
Restauración (1863-1865) entre los partidarios de mantener la anexión a España
y los independentistas, cuyo objetivo era restaurar la República y que tuvieron
en Gregorio Luperón su
más capacitado líder militar. Juan Pablo Duarte regresó a su patria el 25 de
marzo de 1864 y fue encargado de recorrer América del Sur en busca de ayuda
para la causa independentista.
En noviembre se hallaba ya en Venezuela, donde recibiría las
noticias del triunfo del gobierno restaurador y del nacimiento de la Segunda
República Dominicana. Pero, tras varios presidentes efímeros, el general José
María Cabral se hizo cargo del nuevo gobierno, y Juan Pablo Duarte fue
nuevamente condenado al ostracismo, esta vez por sus propios partidarios, que
no supieron reconocer su aportación a la causa independentista. Enfermo de
cuerpo y alma, su vida se fue apagando en su retiro forzoso de Caracas, donde
falleció el 15 de julio de 1876.
Sandalia
Duarte y Diez hija de Duarte
Hubo
una hija de la familia Duarte-Díez la cual se desconocen pruebas que demuestren
su existencia. Varios historiadores e investigadores han debatido sobre la
existencia o no de Sandalia Duarte y Díez, hija menor del matrimonio
Duarte-Díez. Algunos biógrafos de la familia aseguran que ésta no figura en la
historia de la familia, porque no se ha encontrado ningún documento oficial,
civil o eclesiástico que confirme su paso por este mundo. No se ha hallado su
declaración de nacimiento, ni su acta de bautismo, ni su acta de defunción.
La
hipótesis más aceptada hasta el momento, es que Sandalia fue robada siendo bebé
por unos filibusteros norteamericanos. Este rapto fue interpretado como una
acción en contra de su hermano Juan Pablo Duarte para que éste desistiese de
sus propósitos liberales.
Se
mantiene la teoría de que pudo haber fallecido en Santo Domingo antes de que su
padre testara, ya que en dicho testamento Juan José Duarte tampoco menciona a
sus hijos fallecidos para ese entonces.
Juramento
de los Trinitarios
En
el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios
Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi
persona, vida y bienes a la Separación definitiva del gobierno haitiano, y a
implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación
extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón
tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca.
Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras
sacramentales: "Dios", "Patria" y "Libertad". Así
lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo
tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los
vendo.
Falleció
en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad.
Patriotismo
Nunca
me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres
sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.
Mente
sana en cuerpo sano.
Procuraré
conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.
Patria
libre
Dios
ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi
Patria libre, independiente y triunfante
Las
ideas
Hay
palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen
nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.
Providencialismo
Los
providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen
condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
Justicia.
E1
buen dominicano tiene hambre y sed de la justicia ha largo tiempo, y si el
mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no
muy dilatado; y entonces, hay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron,
de los que tuvieron ojos para ver y no vieron...; la Eternidad de nuestra idea!
porque ellos habrán de oir y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oír
ni ver jamás.
Los
libertos.
En
lo que no están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren
imponerle al pueblo.
Trabajo.
Trabajemos
por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros
mismos. Trabajemos, trabájenos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios,
en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
Patriotismo
Vivir
sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.
Aprovechar
el tiempo
Aprovechemos
el tiempo!.
Amistad.
Tienes
amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen,
pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio
de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero si justiciero.
Enemigos
de la Patria.
Los
enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en
estas ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a
la Nación entera.
Los
orcopolitas.
No
somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y
no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los
orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad
de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amado
que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la
patria y la libertad del dominicano.
La
Ley.
Toda
ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en el todo o en
parte de ella. Toda ley no derogada clara y terminantemente, se considera
vigente. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto retroactivo.
Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a su
delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por
las leyes y en la forma que ellas prescriban. Lo que la ley no prohíbe, ninguna
persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo. La ley, salvo las
restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida,
libertad, honor y propiedades del individuo. Para la derogación de una ley se
guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieren
observado. La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los
gobernados como los gobernantes.
Poder.
Ningún
poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco. Todo poder dominicano
está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual
consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.
Soberanía
Toda
ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de ésta
es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su
soberanía.
La
delación
Se
prohíbe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aun
cuando haya justos motivos para agradecer la delación.
Filantropía.
La
Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas
la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos
legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los
extraños, a quienes también se les debe justicia de los deberes que impone la
Filantropía.
Derechos
y deberes La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e impone al
gobernado la obligaci6n de obedecer.
Autoridad
ilegítima.
Toda
autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no
tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.
La
Nación.
La
Nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos. La Nación dominicana
es libre e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna
otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia ni mucho
menos extraña.
Religión.
La
religión predominante en el Estado deberá ser siempre la católica, Apostólica,
sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de
sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.
El
proscripto
Arrojado
de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a
perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al
extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he
arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscripto.
Vuelta
a la Patria.
Sonó
la hora de la gran traición... y sonó también para mí la hora de la vuelta a la
Patria: el Señor allanó mis caminos.
Perseverancia.
No
he dejado ni dejaré de trabajar en favor de nuestra santa causa haciendo por
ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho ahora todo lo que
debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque
nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos.
Los
traidores.
Mientras
no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos
dominicanos serán siempre víctima de sus maquinaciones.
El
Gobierno debe mostrarse justo y enérgico...o no tendremos Patria y por
consiguiente ni libertad ni independencia nacional.
Nacionalismo.
Nuestra
Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde
la isla.
Los
proteccionistas.
En
Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado
independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre
se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano,
logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la
situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de cómo es
en realidad; esa fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo,
menos dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo
partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y
si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y aun no había
sido el 27 de Febrero, cuando se le vio proteccionistas franceses y ms tarde
anexionistas americanos y después españoles. Fe patriótica Ahora bien, si me
pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio de 1838, cuando los
nombre de Patria, Libertad Honor Nacional se hallaban proscriptos como palabras
infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte por esa
facción entonces haitiana, y por Reviere que la protegía, y a quien engañaron;
si después, en el año de 1844 me pronuncié contra el Protectorado francés,
decidido por esos facciosos, y cesión a esta Potencia de la Península de Samaná
mereciendo por ello todos los males que sobre mi han llovido; si después de
veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con
las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del
voto nacional por la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de
esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual
protesto y protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria
a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo
tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo
nuestra Independencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de
los derechos del Pueblo Dominicano.
Causa
de la Patria.
Por
desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y
siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
La
generación venidera.
El
amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación
venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el
tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.
Concordia.
Sensible
a la honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la
primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber
corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria
que de ellos me resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo,
libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía Llenar
vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído
para con DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros
mismos.
Ser
justos.
Sed
justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y
ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros
enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la
única a que aspiro, al verlos libres, felices, independientes y tranquilos.
La
Política.
La
política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después
de la Filosofía, de ocupar las inteligencia nobles.
El
buen ejemplo.
Lo
poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una Patria
que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores;
y este consuelo nos acompañará en la tumba.
La
juventud.
Seguid,
jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en
la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la
grandiosa obra de nuestra regeneración. Política, de nuestra independencia
nacional, única garantía de las libertades patrias. Dios, Patria y Libertad
Seguid, repito, y vuestra gloria no será mejor por cierto que la de aquellos
que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa bajo el
lema venerable de Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales
de la República Dominicana.
Dominicanos
y haitianos.
Entre
los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión. E1 pueblo haitiano Yo
admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recogiendo las páginas de su
historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores
y veo cómo los vence y como sale de la triste condición de esclavo para constituirse
en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes
eminentes, el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos que en tantas
ocasiones han vertido gloriosamente su sangre, ¿lo habrán hecho solo para
sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen sus
dominadores la gracia de besarles la mano?.
Proteccionismo.
Si
los españoles tiene su monarquía española, y Francia la suya francesa; si hasta
los haitianos han constituido la Republica Haitiana, ¿por qué han de estar los
dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a los mismos haitianos,
sin pensar en constituirse como los demás?.
Demagogia.
Nada
hacemos con estar excitando al pueblo y conformamos con esa disposición, sin
hacerla servir para un fin positivo, práctico y trascendental.
La
Cruz.
No
es la cruz el signo del padecimiento: es el símbolo de la redención.
Bien
general Puesto que el Gobierno se establece para bien general de la asociación
y de los asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser siempre y antes
de todo, propio y jamás ni nunca de imposición extraña, bien sea ésta directa,
indirecta, próxima o remotamente; es y deberá ser siempre popular en cuanto a
su origen; electivo en cuanto al modo de organizarle; representativo en cuanto
a su esencia y responsable en cuanto a sus actos.
Justicia
Ninguno
podrá ser juzgado en causas civiles y criminales por ninguna comisión, sino por
el Tribunal competente determinado con anterioridad.
Retorno
a la Patria
Si
he vuelto a mi patria después de tantos años de ausencia, ha sido para servirla
con alma vida y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre todos
los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana de la
discordia. Las espinas y abrojos que le tocó vivir a JUAN PABLO DUARTE no le impedían
que la poesía se anidara en su alma sensible para mitificar su existencia de
sufrimientos y angustias. He aquí dos de sus hermosas inspiraciones dignas de
Figurar
en el parnaso más distinguido.
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