lunes, 26 de enero de 2015

Biografía, historia y muchas cosas sobre Juan Pablo Duarte



Juan Pablo Duarte
Juan Pablo Duarte y Diez nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.

Luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.

Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.

El padre de Duarte murió en la ciudad de Santo Domingo el 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte ausente del país y su madre en Caracas en el 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.

Juan Pablo fue bautizado en la iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.

Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente, bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.

En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.


Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.


Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria". para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.

Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.

La Primera República
Pese a ello, las ideas independentistas de Duarte habían calado y siguieron ganando adeptos, y el 27 de febrero de 1844 sus seguidores declararon la independencia del país. Bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, y tras capitular las guarniciones haitianas en la capital y otras ciudades, la causa independentista triunfó; los haitianos fueron expulsados a la antigua parte francesa de la isla y se configuraron las fronteras actuales entre Haití y la República Dominicana.
El 14 de marzo de 1844, Juan Pablo Duarte fue recibido por el nuevo gobierno provisional (la Junta Central Gubernativa) como un héroe nacional y nombrado general del ejército. El triunfo del movimiento independentista impulsó al nuevo presidente haitiano Charles Hérard (1843-1844) a invadir la recién creada República Dominicana con un ejército dividido en dos cuerpos, de los cuales uno penetró por el norte y otro por el sur. Correspondió a Pedro Santana enfrentarse a este último y lograr una resonante victoria en Azua, el 19 de marzo.



Así las cosas, la Junta Central Gubernativa ordenó a Duarte que se dirigiera a Baní, con una fuerza militar organizada por Pedro Alejandrino Pina, a fin de llegar a un acuerdo con Pedro Santana sobre la estrategia a seguir contra Haití. Al no ser posible este acuerdo, Duarte requirió de la Junta la necesaria autoridad para actuar por su cuenta. Pero la Junta estaba dominada por Tomás Bobadilla, representante junto con Santana del sector denominado colonialista, que consideraba inviable una república independiente y era partidario de someterse a una metrópoli europea.
La Junta respondió ordenando a Juan Pablo Duarte que regresara con sus tropas a la capital: el desacuerdo entre el sector colonialista conservador y el duartismo liberal e independentista se hizo evidente, y acabó con el triunfo del primero. Pedro Santana fue nombrado primer presidente de la República Dominicana (1844-1848) y eliminó la facción rival declarando traidores y enviando al destierro a Juan Pablo Duarte y a sus más significados seguidores, entre ellos Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Mella.
Del exilio a la Restauración
Tras un primer exilio en Hamburgo, Juan Pablo Duarte partió a la isla caribeña de Saint Thomas; luego siguió rumbo a Venezuela, país en el que estuvo doce años. Poco se sabe de la vida de Juan Pablo Duarte durante este período. Es muy probable que no tuviera noticias del decreto de amnistía que, en favor de él y de sus compañeros, había promulgado a principios de septiembre de 1848 el gobierno deManuel Jimenes (1848-1849), sucesor de Santana.
Durante la Primera República, los haitianos intentaron en numerosas ocasiones recuperar el control sobre la parte dominicana de la isla, pero fueron derrotados una y otra vez. El poder político pasó al grupo conservador de hateros y ex funcionarios boyeristas afrancesados, gracias al control de la presidencia de la Junta Central Gubernativa por Tomás Bobadilla y del Ejército Libertador por el general Pedro Santana, quien gobernó dictatorialmente en varios períodos. La alternancia en el poder de Pedro Santana y Buenaventura Báez, hatero y cortador de madera del suroeste del país, más astuto y no menos anexionista que el primero, caracterizó esta etapa.
Pedro Santana ejerció otras dos veces la presidencia: entre 1853 y 1856 y entre 1858 y 1861. Al final de este último mandato, el presidente Santana decidió anexionar el país a España, poniendo fin a la Primera República Dominicana. Pretendía con ello acabar con la amenaza haitiana y perpetuase en el poder, pues aceptó a cambio el cargo de primer gobernador de la Provincia española de Santo Domingo.
Estalló entonces la llamada Guerra de Restauración (1863-1865) entre los partidarios de mantener la anexión a España y los independentistas, cuyo objetivo era restaurar la República y que tuvieron en Gregorio Luperón su más capacitado líder militar. Juan Pablo Duarte regresó a su patria el 25 de marzo de 1864 y fue encargado de recorrer América del Sur en busca de ayuda para la causa independentista.
En noviembre se hallaba ya en Venezuela, donde recibiría las noticias del triunfo del gobierno restaurador y del nacimiento de la Segunda República Dominicana. Pero, tras varios presidentes efímeros, el general José María Cabral se hizo cargo del nuevo gobierno, y Juan Pablo Duarte fue nuevamente condenado al ostracismo, esta vez por sus propios partidarios, que no supieron reconocer su aportación a la causa independentista. Enfermo de cuerpo y alma, su vida se fue apagando en su retiro forzoso de Caracas, donde falleció el 15 de julio de 1876.

Sandalia Duarte y Diez hija de Duarte
Hubo una hija de la familia Duarte-Díez la cual se desconocen pruebas que demuestren su existencia. Varios historiadores e investigadores han debatido sobre la existencia o no de Sandalia Duarte y Díez, hija menor del matrimonio Duarte-Díez. Algunos biógrafos de la familia aseguran que ésta no figura en la historia de la familia, porque no se ha encontrado ningún documento oficial, civil o eclesiástico que confirme su paso por este mundo. No se ha hallado su declaración de nacimiento, ni su acta de bautismo, ni su acta de defunción.

La hipótesis más aceptada hasta el momento, es que Sandalia fue robada siendo bebé por unos filibusteros norteamericanos. Este rapto fue interpretado como una acción en contra de su hermano Juan Pablo Duarte para que éste desistiese de sus propósitos liberales.

Se mantiene la teoría de que pudo haber fallecido en Santo Domingo antes de que su padre testara, ya que en dicho testamento Juan José Duarte tampoco menciona a sus hijos fallecidos para ese entonces.

Juramento de los Trinitarios
En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la Separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: "Dios", "Patria" y "Libertad". Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.
Falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad.

Patriotismo
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.

Mente sana en cuerpo sano.
Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.

Patria libre
Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante

Las ideas
Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.

Providencialismo
Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.

Justicia.
E1 buen dominicano tiene hambre y sed de la justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; y entonces, hay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron...; la Eternidad de nuestra idea! porque ellos habrán de oir y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.

Los libertos.
En lo que no están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que quieren imponerle al pueblo.

Trabajo.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos. Trabajemos, trabájenos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.

Patriotismo
Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.
Aprovechar el tiempo
Aprovechemos el tiempo!.

Amistad.
Tienes amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero si justiciero.

Enemigos de la Patria.
Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.

Los orcopolitas.
No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amado que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la patria y la libertad del dominicano.

La Ley.
Toda ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en el todo o en parte de ella. Toda ley no derogada clara y terminantemente, se considera vigente. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto retroactivo. Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban. Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo. La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo. Para la derogación de una ley se guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieren observado. La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes.

Poder.
Ningún poder en la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco. Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.

Soberanía
Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.

La delación
Se prohíbe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aun cuando haya justos motivos para agradecer la delación.

Filantropía.
La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los extraños, a quienes también se les debe justicia de los deberes que impone la

Filantropía.
Derechos y deberes La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e impone al gobernado la obligaci6n de obedecer.

Autoridad ilegítima.
Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.

La Nación.
La Nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos. La Nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia ni mucho menos extraña.

Religión.
La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.

El proscripto
Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscripto.

Vuelta a la Patria.
Sonó la hora de la gran traición... y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos.

Perseverancia.
No he dejado ni dejaré de trabajar en favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos.

Los traidores.
Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctima de sus maquinaciones.
El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico...o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional.

Nacionalismo.
Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.

Los proteccionistas.
En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de cómo es en realidad; esa fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y aun no había sido el 27 de Febrero, cuando se le vio proteccionistas franceses y ms tarde anexionistas americanos y después españoles. Fe patriótica Ahora bien, si me pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio de 1838, cuando los nombre de Patria, Libertad Honor Nacional se hallaban proscriptos como palabras infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana, y por Reviere que la protegía, y a quien engañaron; si después, en el año de 1844 me pronuncié contra el Protectorado francés, decidido por esos facciosos, y cesión a esta Potencia de la Península de Samaná mereciendo por ello todos los males que sobre mi han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra Independencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano.

Causa de la Patria.
Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.

La generación venidera.
El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.

Concordia.
Sensible a la honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de ellos me resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía Llenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros mismos.

Ser justos.
Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al verlos libres, felices, independientes y tranquilos.

La Política.
La política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencia nobles.

El buen ejemplo.
Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una Patria que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores; y este consuelo nos acompañará en la tumba.

La juventud.
Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración. Política, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias. Dios, Patria y Libertad Seguid, repito, y vuestra gloria no será mejor por cierto que la de aquellos que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa bajo el lema venerable de Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales de la República Dominicana.
Dominicanos y haitianos.

Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión. E1 pueblo haitiano Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recogiendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y veo cómo los vence y como sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes, el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos que en tantas ocasiones han vertido gloriosamente su sangre, ¿lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen sus dominadores la gracia de besarles la mano?.

Proteccionismo.
Si los españoles tiene su monarquía española, y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la Republica Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los demás?.

Demagogia.
Nada hacemos con estar excitando al pueblo y conformamos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin positivo, práctico y trascendental.



La Cruz.
No es la cruz el signo del padecimiento: es el símbolo de la redención.
Bien general Puesto que el Gobierno se establece para bien general de la asociación y de los asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser siempre y antes de todo, propio y jamás ni nunca de imposición extraña, bien sea ésta directa, indirecta, próxima o remotamente; es y deberá ser siempre popular en cuanto a su origen; electivo en cuanto al modo de organizarle; representativo en cuanto a su esencia y responsable en cuanto a sus actos.

Justicia
Ninguno podrá ser juzgado en causas civiles y criminales por ninguna comisión, sino por el Tribunal competente determinado con anterioridad.

Retorno a la Patria
Si he vuelto a mi patria después de tantos años de ausencia, ha sido para servirla con alma vida y corazón, siendo cual siempre fui, motivo de amor entre todos los verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana de la discordia. Las espinas y abrojos que le tocó vivir a JUAN PABLO DUARTE no le impedían que la poesía se anidara en su alma sensible para mitificar su existencia de sufrimientos y angustias. He aquí dos de sus hermosas inspiraciones dignas de
Figurar en el parnaso más distinguido.



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